En 1920 John B. Watson, llevó a cabo un experimento un tanto cruel para demostrar sus teorías acerca del condicionamiento de la reacción del miedo. Fue uno de los mas importantes de aquella época y uno de los más polémicos, porque utilizó, un niño de sano, de tan sólo 9 meses, llamado Albert.
Watson pretendía llevar el condicionamiento clásico más allá de lo que lo había hecho Pavlov, así que decidió en vez de experimentar con perros hacerlo con humanos. La idea que algo como las respuestas emocionales podía ser condicionado era algo muy nuevo, se pensaba que las ideas eran innatas.
Como objeto de sus experimentos, escogieron al pequeño Albert B. Antes de empezar el experimento, el Pequeño Albert se comprobó que no presentaba ningún miedo hacia entre otras cosas los ratones blancos, conejos, un perro. Aunque ya mostraba miedo ante los ruidos fuertes.
Watson, no empezó a condicionar el miedo en el Pequeño Albert hasta unos dos meses después de empezados los experimentos, cuando el niño ya tenía 11 meses de edad. El experimento consistía en colocar a Albert en un colchón en el medio de una habitación. Un ratón de laboratorio blanco era colocado cerca de Albert para que el jugara con él. En ese momento, el niño no mostraba ningún miedo hacia la rata, sino que como otros niños pequeños lo que intentaba era tocarla, mientras ella se movía a su alrededor.
Para intentar condicionar el miedo en Albert, Watson empezó a hacer chocar un martillo contra una plancha metálica cada vez que Albert tocaba el ratón, haciendo un ruido estruendoso. De manera nada sorprendente Albert lloraba y mostraba signos de temor al oír el ruido. Después de repetir varias veces la misma prueba, se procedió a mostrar a Albert la rata sola, pero esta vez al contrario que cuando empezó el experimento, el bebé mostraba signos de angustia, lloraba, se giraba hacia el otro lado e intentaba moverse huyendo de ella.
Aparentemente, el bebé había asociado la rata blanca con el ruido. Lo que inicialmente era un estimulo neutral, la rata, se había convertido en un estimulo condicionado, que producía el mismo miedo y la misma respuesta emocional que el otro estímulo asociado. Sin embargo lo que fue aún más problemático es que el Albert generalizó la asociación. De manera que cuando Watson introdujo un conejo (no blanco) en la habitación 17 días después del experimento original, Albert volvió a angustiarse lo mismo ocurría ante la presencia de un perro peludo, o incluso si Watson cubría su cara con una máscara de Papa Noél, con barba blanca. Finalmente Albert abandonó el hospital y no se pudieron terminar los experimentos.
Watson pretendía llevar el condicionamiento clásico más allá de lo que lo había hecho Pavlov, así que decidió en vez de experimentar con perros hacerlo con humanos. La idea que algo como las respuestas emocionales podía ser condicionado era algo muy nuevo, se pensaba que las ideas eran innatas.
Como objeto de sus experimentos, escogieron al pequeño Albert B. Antes de empezar el experimento, el Pequeño Albert se comprobó que no presentaba ningún miedo hacia entre otras cosas los ratones blancos, conejos, un perro. Aunque ya mostraba miedo ante los ruidos fuertes.
Watson, no empezó a condicionar el miedo en el Pequeño Albert hasta unos dos meses después de empezados los experimentos, cuando el niño ya tenía 11 meses de edad. El experimento consistía en colocar a Albert en un colchón en el medio de una habitación. Un ratón de laboratorio blanco era colocado cerca de Albert para que el jugara con él. En ese momento, el niño no mostraba ningún miedo hacia la rata, sino que como otros niños pequeños lo que intentaba era tocarla, mientras ella se movía a su alrededor.
Para intentar condicionar el miedo en Albert, Watson empezó a hacer chocar un martillo contra una plancha metálica cada vez que Albert tocaba el ratón, haciendo un ruido estruendoso. De manera nada sorprendente Albert lloraba y mostraba signos de temor al oír el ruido. Después de repetir varias veces la misma prueba, se procedió a mostrar a Albert la rata sola, pero esta vez al contrario que cuando empezó el experimento, el bebé mostraba signos de angustia, lloraba, se giraba hacia el otro lado e intentaba moverse huyendo de ella.
Aparentemente, el bebé había asociado la rata blanca con el ruido. Lo que inicialmente era un estimulo neutral, la rata, se había convertido en un estimulo condicionado, que producía el mismo miedo y la misma respuesta emocional que el otro estímulo asociado. Sin embargo lo que fue aún más problemático es que el Albert generalizó la asociación. De manera que cuando Watson introdujo un conejo (no blanco) en la habitación 17 días después del experimento original, Albert volvió a angustiarse lo mismo ocurría ante la presencia de un perro peludo, o incluso si Watson cubría su cara con una máscara de Papa Noél, con barba blanca. Finalmente Albert abandonó el hospital y no se pudieron terminar los experimentos.
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